“Santo Padre, Dios eterno, en tu bondad preparaste un trono real para tu Sabiduría en el seno de la Santísima Virgen María; baña tu Iglesia en el resplandor de tu Palabra vivificante, para que, avanzando en su camino peregrino a la luz de tu verdad, llegue a la alegría de un conocimiento perfecto de tu amor. Concédelo por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.” Amén.